ORGULLOSOS, MÁS QUE NUNCA, DE SER ROJOS

Que nos pidamos todos paciencia y serenidad para sobrellevar esta enorme crisis financiera global es absolutamente necesario, aunque nos cueste  y no poco.

Pero necesitamos ver un gesto del presidente del gobierno exigiendo el esfuerzo correspondiente a aquellos que más tienen. De manera que sea visible una política de justicia social: que aporten y paguen más aquellos que son los ricos de siempre. Sólo así contemplaríamos la diferencia clara de una política de izquierdas. Para defender al rico y ampliar las diferencias y las distancias entre los poderosos y los ciudadanos de a pie  ya está el PP.

Zapatero no puede dejar para el próximo otoño las reformas que atañen a los poderosos de siempre. Tiene que reinstaurar la Ley de transmisión patrimonial, que alegremente abolió en tiempos de bonanza económica; es preciso el cambio en la tributación a Hacienda; debe penalizarse la evasión de capitales y obligar a la devolución de los "escapados" para ayudar a la madre patria. Ni puede ni debe el presidente Zapatero escabullir el bulto frente al gran capital. Debe plantar cara ante éstos que son el gran apoyo de un capitalismo atroz, y así demostrar que, aunque el mundo ha evolucionado hacia un injusto sometimiento a las voluntades financieras, y nos encontramos con un socialismo un tanto descafeinado,  sigue habiendo una notable diferencia entre que gobierne la izquierda o que mande una derecha ultra como la habida en España,  toda ella refugiada bajo las siglas PP.

 Debe, igualmente Zapatero imponer una laicidad social no sólo de gestos, sino de una vez por todas, implantar la modificación legislativa necesaria para acabar con un concordato vergonzoso, heredado del franquismo, y que la iglesia católica, a través de sus creyentes, costee sus gastos, tal y como hace el resto de religiones que aquí conviven con pleno derecho. Valentía y firmeza es lo que hace falta. Así esta crisis internacional brutal será sobrellevada por todos los hombros, y no sólo por los más débiles, como es la costumbre.

De producirse esto, los progresistas españoles -que somos muchos-  aunaríamos nuestras fuerzas para, con orgullo, mantenernos unidos todos (que no es fácil) con la finalidad de que España siga siendo de izquierdas, y así evitar ser engullidos por estas fauces ansiosas de poder, sin ética ni moral de ningún tipo, que encarna el PP.  Y quizá se  sumaría la voluntad de buena parte de otros patidos representados en el Congreso.
Esta crisis, que no es de Zapatero (aunque el PP repita goebbelslianamente la mentira mil veces al día, para que parezca verdad), se está afrontando por todos los países con medidas muy drásticas. Y aquí, en España, también. Es de esperar que el presidente Zapatero vaya perfilando paso a paso todas las reformas necesarias, neutralizando cargos e instituciones políticamente inútiles y que desangran sin piedad  las frágiles arcas estatales. ¿De qué y para qué sirven las Diputaciones provinciales, sino para tener muchísimos mantenidos y a buen precio? Esto tenia sentido en otros tiempos pasados, en que las comunicaciones eran precarias, cuando los señores diputados iban en carroza tirada por caballos para "defender" los intereses de su pueblo. Pero ahora, además de aviones, trenes de largo y rápido recorrido, coches que corren mucho más allá de los límites normativos por grandes autovías y autopistas, está no sólo la comunicación telefónica, sino internet con vis a vis en vivo y en directo. Los problemas se pueden solucionar por vía rápida sin tener tantos chupópteros inservibles.

Zapatero ha cometido muchos errores, claro está. Pero también hay en su haber muchos aciertos que no podemos ni debemos olvidar. La derecha española, casposa, retrógrada, con los pies en el franquismo añorado y de la mano de la iglesia católica, está con un enorme desasosiego y nerviosismo exigiendo tomar la Moncloa y aposentarse allí para hacerse ellos más ricos y estrecharnos a los otros no unicamente el cinturón de nuestros sueldos  -sagrados porque están obtenidos con nuestros trabajos, muchos de ellos apestando incluso a sudor-  sino algo innegociable y que afecta a nuestra dignidad, como es la Libertad y  la Democracia.

Esto no podemos consentirlo, de ninguna de las maneras. Todas aquellas personas que sienten correr por sus venas sangre roja debemos sumar nuestras fuerzas, nuestros entusiasmos, nuestros ideales, y apoyar al gobierno socialista -por muy enfurruñados que estemos, que lo estamos-.  De lo contrario se nos viene encima un gigantesco retroceso en nuestra dignidad y nuestros principios, y no podemos consentir una marcha atrás en aquellos valores que tanto nos han costado de conseguir.
¿Qué sería de nosotros, de España, con Rajoy mandando al son que le decretase el presidente de FAES, este tipo indecente y dictador de Aznar?, ¿Qué sería de nuestros hijos y sus libertades? Nuevamente la inquisitorial dictadura de la mentira, de la insidia, de la calumnia, del recorte de libertades y democracia.

Esto es lo que se nos viene encima, si nos resignamos y no trabajamos todos los progresistas juntos por mantener la ilusión por un gobierno de izquierdas. Los partidos políticos progresistas deberían formar una especie de coalición, para evitar la dispersión del voto. Nuevamente sería un sacrificio para muchos partidos que desean y deben estar en el arco parlamentario. Pero, de no ser así, pensemos que los Otros,  el PP, aglutina toda la derecha, desde la más ultra (que es la que mayormente abunda) hasta la más dialogante.

Y es que, siendo ésta una crisis internacional, no hay ningún partido de derechas en ningún país que no haya contemplado el problema como un asunto de Estado y no se haya puesto a colaborar con su gobierno para ayudar a salir del problema cuanto antes. Todos lo han hecho, menos el PP español. Traicioneramente, con mentiras y engaños, con insultos de lo más ordinario posible, está bombardeando desde sus múltiples medios de comunicación y con la potente ayuda de la conferencia episcopal, con tal de engañar a la gente, a aquella que todo se lo cree (y no es poca), para minar cuanto antes la imagen del legítimo presidente de la nación. Y es que, cuando nos tocan la pela del bolsillo propio, lo sentimos como atraco. Sin embargo, se ha dilapidado el dinero de nuestros tributos en satisfacciones de egos que nada tienen que ver con nosostros y no nos alteramos, porque no percibimos que se nos ha robado.

De no ser cierto esto, estaríamos escandalizados con la trama Gürtel y los choriceos hechos con nuestros aportes económicos. Y ya se ve que este asunto no parece alterar los ánimos de los contribuyentes, que son los que depositan su confianza a través de sus votos en las urnas.

Pensemos en ello. Exijamos al presidente Zapatero que, después de lo realizado y la reforma laboral del próximo día 16,  aplique una política auténticamente de izquierdas. Y después, no olvidemos que frente a él y contra el Partido Socialista tenemos al PP, la carroña pura y dura.  Ni más ni menos.  Ante esta disyuntiva la decisión es fácil de tomar.

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