ESPAÑA, LA ROJA, CAMPEONA MUNDIAL DE FÚTBOL


España ha conseguido el triunfo del campeonato mundial de fútbol gracias a la humildad, entrega, ausencia de protagonismos personales y por la unidad y solidaridad entre sus jugadores, así como por el enorme sentido común  de su entrenador, Vicente del Bosque.

Mucho de la disciplina y sentido de unidad de esta selección deberían aprender los políticos españoles, a los que la avaricia por ser los protagonistas, aunque sea de fuegos fatuos, y la vanidad de asumir el primer papel frente al contrario les pierde, y no sólo a ellos sino a toda la ciudadanía española. Ésta se encuentra perdida entre la inmensa mediocridad de una clase política, en especial de una oposición, la del Partido Popular, que sigue demostrando reiteradamente su ausencia de sentido de estado y un todo vale con tal de echar del gobierno al Partido Socialista. Y lo hacen de forma calculada y machacona, con un egoísmo cínico obsceno y merecedor de toda la reprobación existente.

Este partido no conoce lo que han demostrado los miembros de la selección española de fútbol: tolerancia, entrega, ausencia de individualismo, disciplina  y obediencia ciega a su "mÍster". Ellos han sabido que no se trataba de ser uno el mejor, sino el compañero que apoya con fuerza y entrega al que está más cerca de la portería contraria para que España ganase. Y así ha sucedido. Se han olvidado de sus yoes personales en pro de una causa común: España.

Si, en algún momento, pasase por la cabeza de los dirigentes del PP que hay que arrimar el hombro en pro de España, para ayudarla en esta situación de crisis global, demostrarían ser un partido preparado y digno de gobierno cuando así lo decidan los ciudadanos en las urnas.
Pero la realidad es muy otra, por desgracia. Este PP es el partido de la mentira, de los insultos y de las injurias. No les importa decir una cosa y su contraria sin sonrojarse. Tampoco parece importarles el delinquir, sino que se descubra; entonces retuercen sus argumentos de manera increíble, y en lugar de agachar la cabeza y esconder sus vergüenzas, echan la culpa a aquél que ha sacado a la luz la (presunta...) corrupción practicada habitualmente  por ellos mismos. Mienten contra la justicia -cuando no se trata de sus "amigos del alma"-, injurian a la policía y demás fuerzas del estado español, para acabar, como siempre, echando las culpas de todo al presidente Rodríguez  Zapatero.

Rajoy, conocido su nulo carisma y su encarecida valentía, mira hacia otro lado tras meter la pata hasta los dientes en el asunto del Estatut,  -por mencionar el último de los líos montados-, ahora han recurrido ante el TC la ley de La interrupción voluntaria del embarazo. Ha protagonizado el de Pontevedra manis contra Zapatero, con la excusa de apoyar a las víctimas de ETA, (como si fueran ellos los únicos detractores del terrorismo); tienen, desde la etapa aznariana múltiples cadenas televisivas y radiofónicas a su único servicio, con favores mutuos y regalos de licencias -mientras nos prohÍben a gran parte de españoles la TV3.

¿Cómo pedirles a estos (presuntos....)  profesionales de la corruptela y de la mentira continua que tomen ejemplo de la unidad total que han conformado los distintos jugadores de la selección española de turno? Es imposible, su egocentrismo y sus ansias de poder son sus únicos principios, aunque quieran aparentar lo contrario. Al igual que sus grandes amigos, los obispos católicos, que, una vez más, han paralizado la Ley de libertad religiosa; al igual que han puesto el grito en el cielo ante la ley  del resarcimiento de la dignidad de las víctimas por la repugnante represión franquista. Estos muertos,  que siguen solos y desamparados en cualquier cuneta o tapia de cementerio desconocidas, a la espera sangrante de que de ellos se apiaden y los identifiquen y entierren con la dignidad merecida.

Zapatero y su gobierno sólo tienen una solución: cumplir cual gobierno socialista que es, remodelar adecuadamente la tributación, para que de verdad paguen de una vez aquellos que más ganan,  y dejar de regalar nada a una iglesia que, ni por cumplimiernto constitucional, ni por justicia respecto a otras confesiones reliogiosas, merece consideración alguna, máxime cuando mantiene el cuchillo afilado sobre la sien de Zapatero. Y algo que echamos a faltar en el presidente Zapatero es el cumplimiento de su palabra, aquél 14 de marzo de 2004, "no os fallaré". Necesita Zapatero más valentía y menos zozobras para la eficaz recuperación de la dignidad de las víctimas del fascismo franquista, así como para romper, ya de una vez, esa relación de privilegio con una iglesia que es pura farsa y contradicción del mensaje evangélico del Cristo.

La gente progresista de izquierdas necesitamos de un liderazgo claro, valiente y convencido de sus ideales, y que sea capaz de plantar cara a esta desvergüenza pepera, cada vez que abran su boquita de piñón mintiendo y engañando a todo el mundo.

Y todos, gobierno y oposición, deben aprender de la roja. Les irá mejor a ellos y al resto de los españoles.

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