EL SEÑOR RATZINGER VUELVE A LAS ANDADAS

Con ocasión de la presentación de credenciales ante la Santa Sede por parte de la nueva embajadora en El Vaticano, María Jesús Figa, el papa Ratzinger ha vuelto a mostrar sus malas maneras como anfitrión.

Aquel papa que, antes de aterrizar en tierra española, cargó contra el Gobierno de España por el hecho de que es éste un Estado aconfesional, según el artículo 16 de nuestra Constitución, ha mostrado nuevamente la aversión que siente por el presidente Zapatero y el Gobierno que él preside, afirmando que está tratando de "marginar la religión mediante la denigración, la burla e incluso la indiferencia ante episodios de clara profanación".
Se olvida el Sr. Ratzinger de que la jerarquía católica que está bajo su ordeno y mando posee en España un amplísimo tesoro tanto en bienes inmobiliarios como de otro orden, mantenidos y restaurados con el dinero de todos los españoles, católicos o no, aunque el beneficio obtenido de ellos es para sí, evidentemente.

Toman nuestras calles cuando y como quieren, procesionando sus mentiras y ensuciando nuestras calzadas de cera resbaladiza. En sus homilías hablan contra nuestro legítimo Gobierno, y en lugar de trasladar la palabra de Jesús-Amor se dedican a ensalzar a la derechona pepera y a los ricos. Se olvidan de los pobres y marginados. Son los fariseos a quienes Jesús echó a latigazos del Templo.

Éstos que siguen chupando del bote del erario español. Éstos que gastan ingentes cantidades de dinero en obscenas publicidades demandando la crucecita  de Hacienda. Éstos que retuercen las palabras respecto a la Vida. Éstos que no tienen temor de Dios, profanando el segundo y octavo mandamientos constantemente y, en especial, en las manifestaciones no a favor de algo, sino en contra siempre del Gobierno, junto a sus amiguitos del alma, los del PP. Éstos que pasearon bajo palio a un gran asesino y dictador, que, durante cuarenta años traumatizó a buena parte del pueblo español, y cuyas huellas siguen presentes. Éstos que no se atreven a abrir la boca en estados absolutamente laicos, como Francia por ejemplo, se permiten aquí vomitar su bilis contra todos los que no pensamos como ellos, y lo personalizan en el presidente del Gobierno español.

En una cosa sí tiene, bajo mi juicio, razón Ratzinger: cuando afirma que la religión católica es considerada en España un factor "socialmente insignificante e incluso molesto".

Sí, todos aquellos que exigimos que se nos respete la libertad de pensamiento y de conciencia como derechos fundamentales no podemos comulgar con ruedas de molino y aceptar que el jefe del Estado Vaticano nos diga que aquí "se viola el derecho fundamental a la libertad religiosa, inherente a la dignidad de la persona humana y un arma auténticamente de paz, porque puede cambiar y mejorar el mundo". Pretenden darnos lecciones de moral estos señores que abominan de la democracia, y que no respetan la igualdad de derechos y obligaciones entre la mujer y el varón, entre otras muchísimas cosas.

Se queja Benito XVI de que se reniega de la historia y de los símbolos religiosos, en los que se refleja la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos. El caso es que los símbolos religiosos deben exhibirlos en sus iglesias, en ningún otro lugar público, por respeto al citado artículo 16 de la Carta Magna: cualquier religión tiene derecho a exponer públicamente sus símbolos. Por ello precisamente, y para educar en libertad absoluta y que cada cual se acoja a las creencias que mejor le convenzan, o por respeto a aquellos que se sienten al margen de cualquier creencia, lo idóneo es que ninguna religión imponga nada en lugares que son de todos. Y, por supuesto, tampoco la iglesia católica.

Después de despotricar aún más contra el "agresivo" laicismo del Gobierno socialista, viene a compararlo con el laicismo de la Segunda República, con ánimo de ofendernos. No sabe Ratzinger la gran cantidad de españoles que nos sentimos orgullosos de tantos avances sociales como durante la Segunda República se consiguieron. Tuvo que venir Franco el asesino para retrotraernos varios siglos  en cultura, en justicia social y en derechos humanos. Una España medieval es lo que añora esta jerarquía casposa y anticristiana.

En agosto volveremos a sufrir en España, en Madrid en concreto, la presencia del señor Ratzinger por la Jornada Mundial de la Juventud. Y se hará lo imposible para agasajar a tal personaje con el dinero de todos, una vez más. Para esto si asevera Benito XVI que "le consta la disponibilidad, cooperación y ayuda generosa" que el Gobierno de España y demás autoridades españolas están dispensando.

¿Por qué hemos de pagarle los gastos a este señor? Es el Vaticano un Estado riquísimo. Si su jefe u otros cualesquiera quieren viajar que se lo paguen de sus bolsillos o de su erario. Cualquier Jefe de Estado, cuando se desplaza a otros países en misión oficial, corre con gran parte de los costes necesarios. ¿Por qué no sucede lo mismo con el Papa?

A Zapatero le corresponde acabar ya con esta lacra, heredada del franquismo y renovada, del Concordato Iglesia (católica)-Estado. Así es como podremos pasar a un Estado verdaderamente laico, sin estas ambigüedades que ahora padecemos.

Atravesamos por una dura crisis económica, y es una inmoralidad los lujosos fastos de las visitas papales y otros mantenimientos a esta iglesia. Primero es ayudar al parado, al enfermo, al dependiente, mantener una Sanidad y una Educación públicas dignas. Esto es lo primero y primordial. 

Comentarios

  1. Hola Mª Dolores, echo a faltar en tu blog un apartado para tus seguidores.
    Por lo demas, felicidades por tus escritos, por tus reflexiones y sobre todo por tu, a mi entender, razonamiento lógico de los temas que abordas.
    Repito, felicidades.

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  2. Muchas gracias por tus amables y generosas palabras.

    Por lo que me dices respecto al apartado de "seguidores", no se me había planteado. En estos momentos no sé cómo hacerlo, pero ya buscaré un hueco en mi tiempo para procurar ponerlo.

    Muchas gracias nuevamente.

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