El maltrato

Es difícil abordar adecuadamente este tema porque no es más que el horror que siempre han sufrido, y en ello siguen, los más débiles o los así considerados por unos motivos u otros.
No soy feminista en el sentido en el que la mayor parte de la gente entiende No milito en ningún movimiento de estos ni me atrae. Lo que sí he comprobado durante años es que en el PSOE, el partido cuyo funcionamiento mejor conozco, la secretarías llamadas primero de La Mujer, y mas tarde de Igualdad, han sido consideradas dentro de las distintas Comisiones Ejecutivas como algo secundario, y han sido habitualmente adjudicadas a mujeres, a aquellas que consideraban menos válidas para otros asuntos.
En la relación de pareja el problema de verdad proviene de la conjunción de dos personalidades con diferente temperamento, uno más mandón y el otro más dócil. Si hay auténtica amistad, verdadero cariño entre ambos y el consiguiente respeto, la convivencia puede darse sin más problemas. La propia genética se encarga de todo. Lo malo es cuando lo último -amistad, cariño, respeto- desaparece, y el de temperamento más fuerte se impone sobre el otro llegando incluso a las agresiones físicas.
En este último supuesto, y aunque no se llegue a la bofetada o a la paliza, el menoscabo de la autoestima del que sufre es la peor de las torturas que imaginar se pueda. Marcan para siempre el alma como las reses son marcadas a hierro candente en el Far West. La huella producida dura lo que la vida.
Y aunque aquí se está hablando del maltrato del hombre a la mujer, también se produce -de otra manera- en las relaciones en el trabajo, de amig@s, de padres a hijos y viceversa (estamos contemplando ejemplos constantemente)
Toda dictadura conlleva la imposición de la voluntad propia sobre los demás, sin importar el sufrimiento ajeno. El poderoso puede llegar incluso a gozar con el dolor infringido a los que están, a la fuerza, supeditados a él. Es un sentimiento vinculado con algún trastorno mental; ¡tantas veces el maltrato lo ejecuta alguien por celos, al sentirse inferior al otro!, y la rabia la descarga hiriendo al que sabe que vale más.
Un ego excesivamente valorado también puede provocar maltrato psicológico y físico incluso contra aquellos que desprecia al creerles inferiores.
La iglesia ha trabajado intensamente en santificar el maltrato en general y el del varón contra la mujer en especial. A esta le ha exigido la sumisión, la esclavitud y la ha marcado como la sierva de su dueño. El arzobispo de Granada ha patrocinado un libro ‘ejemplar’ en este sentido: “Cásate y sé sumisa”. Recuerda las aberraciones que eran las divinas palabras de la Sección Femenina.
Mientras la mujer no ha conseguido tener conciencia de ser humano los problemas no han salido a la luz. La educación recibida era ser sumisa y fiel, pasara lo que pasara. Era lo que su rol de mujer comportaba.
Pero en cuanto las circunstancias sociopolíticas van cambiando y otro mundo se abre ante los ojos femeninos o los de los más desgraciados, y contemplan que se exhiben públicamente Cartas Magnas que hablan de igualdad de derechos y deberes y el cerebro comienza a procesar estos mensajes, es cuando estos problemas, inexistentes por ocultos, comienzan a aflorar. Y ahí está la mano del dictador, mayormente hombre, para acallar los justos deseos y derechos.
Si el débil o la mujer no se hubieran puesto de pie, no estaríamos hablando de este tema. Por lo tanto, es nuestra obligación exigir que se nos trate como personas que somos, hombres y mujeres. Con igualdad de oportunidades para todos, y después… que gane el mejor. Y que se aplique tanto a la pareja como al compañero de trabajo, a los amigos y especialmente a los políticos, que nos tratan como ratas sin corazón ni cerebro, mofándose de nosotros con sus ya cansinos embustes y risotadas que dan ganas de vomitarles en su propia cara.

Esta es la autentica lucha. Si consiguiéramos un pueblo digno, los ultrajes ahora padecidos desaparecerían.

Nuestra historia reciente nos ha marcado como pueblo temeroso. El miedo, las más de las veces, nos impide la consiguiente reacción ante la barbarie que en dos años ha destrozado este país y su paisanaje. Acabó Franco en su cama de hospital. Pero cierto es que lo dejo todo atado y bien atado. La Transición fue un fiasco, todo estaba amañado para el continuismo. Desde la monarquía hasta el bipartidismo pactado con el gran capital. La espinosa situación presente con un partido en el poder, llegado por mayoría absoluta, y una oposición que, de tibia, parece no existir, nos ha conducido a un pueblo entero a la gran miseria y pérdida de los derechos sociales, aquellos DERECHOS HUMANOS que -tras los horrores padecidos en la Segunda Guerra Mundial- fueron promulgados en diciembre de 1948, y que se consagraron como bandera por la ONU y de obligado cumplimiento para todos los países.
Y es que estos que mandan -nunca gobernarán- son hijos putativos de aquél, el sangriento dictador, cuyos asesinados todavía se hallan en cunetas desconocidas sin que este gobierno permita la recuperación de sus restos por parte de los herederos que ansían darles una sepultura digna...
Mientras el pueblo español no despierte de su letargo la triste e inhumana historia está nuevamente repitiéndose... hasta que de nosotros no queden ni las raspas o una estampida de ira provoque una nueva revolución.



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