EL RETORCIMIENTO NAUSEABUNDO DE LA IGLESIA EN CONNIVENCIA CON EL PP


La Iglesia católica se permite el lujo de decir en  y sobre España decir todas las barbaridades que se le ocurren, para echar del legítimo Gobierno a presidente José Luis Rodríguez Zapatero y cualquier otro posible gobierno de ideología socialista, y ello lo hace, evidentemente,  de común acuerdo con el partido heredero del fascio franquista, el PP.
Ahora, el Secretario General y Portavoz de la Conferencia Episcopal, Martínez Camino, nos descubre las Américas al expresar que el matrimonio canónico y el civil no son una misma cosa, son "magnitudes incompatibles", dice. Pues el matrimonio canónico es sólo uno y para toda la vida, mientras que el matrimonio civil permite a una misma persona casarse varias veces, comparar ambos tipos de matrimonios es una necedad, ya que "no se puede comparar peras con manzanas". Esto nos trae a la memoria aquella hermosa ocurrencia de la señora Botella de Aznar que no podía aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo, porque era como "mezclar peras con manzanas". ¡Qué casualidad!  Ambos tienen una predilección muy especial por este tipo de frutos. Aunque en el caso de doña Ana la referencia era contra los matrimonios entre personas del mismo sexo. 
Igualmente, Martínez Camino compara los matrimonios civiles, de los que destaca su "levedad", con la contratación de la telefonía móvil, de la que uno no se puede desprender tan fácilmente. Obvia, como era de esperar, la posibilidad de la anulación del matrimonio canónico a través del Tribunal de la Rota, previo pago de una sustanciosa cantidad de dinero. Ya se pueden aducir los argumentos más infantiloides e irracionales que podamos imaginar, pero con money  la Iglesia disuelve lo que, según sus propios principios, es indisoluble. ¡Qué insoportable y obscena burla!

El Portavoz de la Conferencia Episcopal, en lugar de predicar el Evangelio, como debería ser su misión, se dedica a criticar la labor política del Gobierno Socialista y su legislación "irracional", que convierte el matrimonio en un simple contrato. Habría que recordarle al señor Martínez Camino cuánta gente de los que él apoya han hecho mayor uso de la Ley de Divorcio,  ley que data del año 1981 siendo Presidente del Gobierno Calvo Sotelo,  tras la dimisión "forzada desde dentro de la misma UCD" de Adolfo Suárez. Esta ley cuyo, proyecto venía desde 1979, sufrió ya entonces todo tipo de presiones por parte de los mismos que ahora siguen haciéndolo, los que se autoproclaman seguidores de las palabras de Jesús, cuando no hay testimonio histórico que se mantenga donde se vea a un Jesús apartado de los pobres, de las prostitutas, ni ordenando ningún tipo de familia obligada a mantenerse "in secula seculorum", aunque el desamor e incluso el odio reine entre los cónyuges. Estos señores de la mitra y el oro se han inventado un "modus vivendi" que les conviene y por el que nos quieren hacer pasar a todos como "corderos" o "borregos". Son estos los fariseos a quienes Jesús echaría del Templo a latigazos.
Esta misma Iglesia no acepta las uniones de personas del mismo sexo, el conocido como matrimonio homosexual. Cita Martínez Camino a Francia como ejemplo de un país donde "el Tribunal Constitucional acaba de emitir una sentencia en la que dice que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer". Sin embargo no cita que Francia es un Estado laico, donde cada religión se sostiene a sí misma, pero no con dinero público como aquí, en España ocurre; y donde la Iglesia de Roma no osa meterse y menos criticar al Gobierno del país galo.
Pretende Martínez Camino hacer méritos como Cañizares y que Ratzinger lo aúpe a Roma. Los argumentos son los mismos: cargar contra el Código Civil e imponer sus criterios propios.


Habría que recordar cómo Cañizares minimiza el delito de la pederastia, que puede dejar huellas psicológicas de por vida frente al aborto. Quieren que olvidemos todos que en la época por ellos añorada de la dictadura franquista los ricos se iban a Londres para abortar, mientras que aquí se robaba niños recién nacidos y queridos por sus padres para venderlos a los pudientes incapaces de poder concebir. Ahora se ha sabido fehacientemente lo que desde hace años muchos imaginábamos, pero no podíamos demostrar. Hasta en este acto criminal ha tenido esta Iglesia un papel preponderante.
Y, ante el temor de que sus privilegios se puedan perder, siguen exigiendo a este Gobierno aquellas prácticas de la época más dura y represiva de Franco en que niños y niñas eran separados por sexo en los colegios. Zapatero ha amenazado con privar de la subvención pública a aquellos centros que comentan esta ilegalidad (colegios religiosos), y la Iglesia, de común acuerdo con lo más cerril del PP, está plantando cara. Hora es ya de que el Gobierno derogue el dichoso Concordato franquista y deje al país libre de estos chupópteros de moral tan farisaica y tan acordes con este PP cavernícola. Ambos, Iglesia católica y PP se complementan, se ayudan mutuamente y se alían para derrocar al demonio socialista. Lo propio de todos los grupos fascistoides con la ideología nazi  y la cruz mancillada como bandera. 

Y el PP complaciente con que le vayan haciendo la guerra sucia contra el Gobierno. La gente
que habla sin saber ni ver más allá de sus propias narices quizá tenga mucho que lamentar si todo continua y llega a su cenit, según indican las encuestas publicadas. Por más que una encuesta tan sólo tiene el valor de una instantánea fija. Mientras, cada uno desde su ámbito, procuraremos que nunca más un partido ultra, heredero del puro y duro franquismo se haga con el poder. La Iglesia católica está poniendo toda su carne en el asador, por lo tanto nosotros, los que hemos luchado por la libertad y la democracia,  también podemos y debemos hacer lo propio.



Comentarios

  1. Buen artículo, querida María Dolores. Si te apetece, pásate por mi blog y lee EL ORGULLO DE LAS MITRAS. Coincidimos en muchas cosas y eso me alegra porque encierra cercanía, proximidad, apoyo.
    Adelante. Un beso

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  2. Gracias, amigo. Es un lujo para mí la valoración que haces de mis palabras. Nunca podré acercarme a la hermosura y precisión de las tuyas. Tú eres único y genial. Te lo he dicho muchas veces, pero cuanto más te leo, más admiración despiertas en mí.
    Nuevamente gracias, querido Rafael.
    Un beso.

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