Y que el olor del pueblo perfume el Parlamento.




Amigos:
 Disculpad la poca calidad de las fotos. Están hechas con el móvil, procurando no molestar y, a la vez, huyendo de cabezas que involuntariamente se cruzaban por delante del objetivo. Cuatro filas detrás estaban todas las cámaras de tv y tampoco dejaban moverme como hubiera deseado.

A la vez, he pretendido ir narrando lo que he considerado más llamativo del acto. Aunque todo ha sido maravilloso.
No ha sido otra mi intención que testimoniar ante y para todos vosotros un acto que es ya histórico. Al ser cierre de campaña, estaban todos, Podemos y Compromís. Algo único.


El público, entregado, emocionado, ha llenado el recinto de La Fonteta. A tope estaba, y mucha gente en la calle, no cabía nadie más.
Los servicios de seguridad, de orden y de orientación han funcionado a la perfección. Digo esto porque son muchos los mítines a los que he asistido en mi vida... de otro partido.
Sin empujones, con educación y orden. El ambiente rebosaba de alegría y amistad. He hecho amigos, no los había visto nunca antes. Atrevida sé que soy, pero la sonrisa presente en los rostros de los demás invitaba a la amistad. Reciprocidad sincera y amistosa, muy amistosa y de complicidad y compañerismo.

Me resulta imposible plasmar todo lo vivido, lo experimentado esta tarde. Pero puedo aseguraros que merecen ganar. Podemos merece ganar las elecciones por muchos motivos. El primero y más importante por la ciudadanía misma. Por nosotros. Por nuestro bien.
En apenas horas, en youtube, podremos encontrar los parlamentos de cada uno de los intervinientes. Todos muy valiosos, grandes.

Escuchar a Errejón comenzar su intervención en valenciano exquisito y terminarlo de igual forma nos puede ayudar a hacernos una idea sobre la capacidad de estos políticos. Únicos.
Hacia el final del acto, cuando le tocaba hablar a Pablo Iglesias, le comentaba a mi amiga Maria Teresa, mi 'perplejidad' acerca de qué diría Pablo si ya se había explicitado todo -las intervenciones de los políticos de Compromís, además de exquisitos, iban complementado los parlamentos de los de Podemos-. Ella me ha mirado con cara como de decir "nena, tú estás tontita o qué". Tenía razón.

Ha comenzado Pablo y seguía y seguía y no paraba de recordarnos la barbarie a la que hemos sido sometidos por los gobiernos anteriores, y más y mas, sin parar... El pabellón parecía venirse abajo. El entusiasmo de la gente iba en aumento, aplausos, voces repetidas de "Presidente" "Presidente".
Ni Pablo ni nadie han gritado en sus intervenciones, las inflexiones propias de cuando se habla en un mitin, pero muy lejos de otros que chillan hasta molestar los tímpanos del resto. Como si, por gritar más, se tuviera más razón.

En fin, una tarde grandiosa, de constante aprendizaje y disfrute a la vez. Cuántas verdades escuchadas y qué bien expresadas han sido. Unas dos horas y media han venido a durar los parlamentos de todos los intervinientes. Bien que la gente llevábamos más tiempo en La Fonteta. Había que aparcar... y coger sitio. Todo ha ido bien, muy bien.

Solo al salir nos hemos acordado de que mejor ir a tomar algo, ir al servicio también, y nos hemos percatado del dolor de manos, de brazos y hombros de tanto aplaudir, mover los globos, las banderas... La espalda se resentía por la sentada de horas, y quizás la voz salga algo ronca mañana.
Pero bueno, eso se pasa. Y no puede compararse con la riqueza de lo disfrutado, que necesita ahora su propia digestión.

Solo queda esperar que el domingo la ciudadanía tenga la memoria y sensatez necesarias a la hora de depositar su confianza materializada en las papeletas echadas en las urnas, una para el Congreso, la blanca, y la otra, la sepia, para el Senado.

Y que el olor del pueblo perfume el Parlamento.

Al votar no olvidemos:


Un fuerte abrazo y mucha suerte.

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