LA CIUDADANÍA HA HABLADO
La ciudadanía ha hecho oír su voz; de sus gargantas ha salido un vómito azul que ha inundado nuestra piel de toro. España es de color azul y los pajarracos revolotean desde lo alto en busca de nuevas presas.
Hay quien dice que ya antes el color frío era el de la patria, pero no creo que así fuera. Más bien la España del genocida era de color negro, con pinceladas, algunas, azules, y otras, demasiadas, rojas; el rojo de la sangre derramada ante tapias de cementerios abandonados o en cunetas desconocidas, aunque no olvidadas. El negro de las sotanas bendiciendo la puntería de los fusiles asesinos, y portadores del palio que amparaba al asesino.
Ahora sus herederos se distinguen por su azul-flechas-al-viento-brazo-en-alto-cara-al-sol y la carroña que los preside, amenazante contra todos aquellos que prefieran un colorido distinto.
Una de sus grandes representantes, por "coña" (palabra habitual de la condesa-consorte) viste habitualmente de rojo. Es un rojo soez, como groseras son las carnes nada magras cubiertas del color chillón. Rita es su nombre. Bárbaras son sus actitudes. Ronca, muy ronca, su voz. Sus maneras ordinarias manifiestan un barroco excesivamente retorcido. Sus andares son zancadas. Sus 'toques amables' se tornan empujones de tsunami. Cuando su boca deja abierta, los dientes emprenden caminos de escapada. De la bebecua no hace ascos. Su risa es un eructo avinagrado. En pluma del Arcipreste de Hita resultaría el retrato de una de sus más fieras serranas.
Sí, este personaje, de un manotazo, provoca las dolencias dorsales de un amigo del alma. Amigo de los que quiere un huevo a sus bigotudos obsequiadores. Amigo satisfecho porque el pueblo así lo ha decidido. Y Rita, satisfecha, porque el populacho también ha mostrado su querencia por ella y sus finas exquisiteces.
Forman buena pareja. Se complementan el curita y 'la serrana'. Ella lo abraza, él la besa. Ambos gustan de grandezas empobrecedoras de bocas hambrientas e hipotecas sin pagar. Ambos son amigos de sus amigos. Calatrava vive bien, y los valencianos pagamos sus excesos. Tenemos Fórmula 1 para que disfruten los ricachones. Nosotros les invitamos. Ellos son los dueños, nosotros, algunos, sus lacayos.
Al pueblo le gusta ser servidor barato, porque es populacho. Nada regatea para que sus dioses, Paco y Rita sean felices, muy felices.
El populacho, siempre y sin cansancio, dispuesto a servir, regala a sus señores, Rita y Paco, sus sudores, su cansancio de sol a sol, incluso su dignidad transmutada en una papeleta metida en un sobre.
Paco y Rita. Rita y Paco saben que sus lacayos soportarán lo que ellos deseen. Y ahora, sádicos unos, masocas los muchos, la función acaba de empezar.
Hay otras lecturas. Si nos ceñimos a las municipales, solo una de cada cuatro gargantas (24,47%) con derecho a hablar ha vomitado en azul. Sobre el total de votos válidos, el Pepé ha obtenido algo más de la tercera parte (37,53%). En lo que sí han ganado por goleada ha sido en plantear estos comicios como una primera vuelta de las generales.
ResponderEliminarSin embargo, el Pueblo no ha girado a la derecha; el que lo ha hecho ha sido el Gobierno. Lo del PSOE ha sido la crónica de una suerte anunciada. Si gobierna para los ricos, no debería extrañarle que los pobres le demos la espalda.
Las leyes en favor de los que más tienen son absolutamente escandalosas. Indecentes. Lo prueba el hecho de que la UE abra un expediente a España por no controlar los incentivos de los banqueros.
Hay tiempo para cambiar. Pero el giro ha de ser radical, visible y convincente.
Un abrazo.
Coincido contigo, amigo.
ResponderEliminarEsta entrada no supone un análisis de los sucedido, ni mucho menos.
Sólo es el recuerdo de la madrugada del 22M ante la 'fiesta' ofrecida por Canal9.
Un abrazo.
Este artículo, querida María Dolores, prefiero no comentarlo. Besos
ResponderEliminarGracias, mi querido Rafael.
ResponderEliminarComo siempre, tienes razón. Mejor ni comentar.
Un abrazo cariñoso.