¿QUÉ SERÍA AHORA DEL PP SIN BILDU?

Algunos son educados y exquisitos por excelencia. Otros no conocen el abrir la boca si no es para soltar exabruptos e insultar cuando las cosas no salen como quisieran.

El PP de hoy ha estado especialmente indecente. Unos y otras. Mariano Rajoy intenta manifestarse más centrado, pero con su actitud manifiesta la debilidad intrínseca de su carácter. Si ahora no sabe o no puede poner orden en su gallinero, ¿qué hará después?


Cuando el asunto de BILDU pasó a manos del Tribunal Constitucional, ya comenzaron a coaccionar a los magistrados apuntándoles que su resolución no podía ser diferente de la del Tribunal Supremo. Nada más hacerse público el dictamen, mediante el cual BILDU mantenía las garantías para poder presentar sus candidaturas en las elecciones locales y autonómicas del 22 de mayo, la primera repuesta fue la diferencia de votos, 6-5, como para empequeñecer la valía del resultado. Inmediatamente después sus quejas plañideras se desbordaron en  descalificaciones mendaces contra el Gobierno, como elemento presionador de las decisiones del Alto Tribunal, transformándose en un insulto procaz contra ambos poderes, el Gubernamental y el Judicial, afirmando que Montesquieu había muerto, como en cualquier dictadura banarera pueda suceder.

Así se ha visto, oído y leído en los medios afines, que hiperbolizan sin temor los atrevimientos más dañinos y casposos. Transportaban los gritos de Rita Barberá, en su finura y delicadeza más pura, Camps, 'muy indignado'; la  ponzoña en la risita sarcástica de Esparanza, el veneno y cinismo de Soraya y Cospedal, y la bilis ronca de Mayor Oreja

Pero González  Pons se ha superado a sí mismo una vez más. Su carga caballuna se ha dirigido en lleno contra los seis magistrados que votaron a favor de la legalización de BILDU. En Cantabria se ha despachado a gusto, y ello sin perder la ordinariez y vulgaridad que suele esconder en otras ocasiones. Como la maldición del gitano, ha afirmado que le gustaría ver  a alguno de los seis magistrados del Constitucional que han permitido que BILDU se presente a las elecciones "sentado en el puesto de un concejal del PP en cualquier municipio pequeño del País Vasco", para seguir vomitando su cólera al intentar desacreditar a los jueces y poner las vísceras del pueblo contra los representantes de la Justicia, al decir que "tienen buenos sueldos, cómodos asientos, coche blindado y escolta"

En serio, esto es inaguantable. Merece una sanción y que sea ejemplar. Nos hemos acostumbrado a que cada cual mienta, injurie, insulte, calumnie como le viene en gana y que no pase nada, que ahora el atrevimiento llega a rebasar hasta el tercer pilar del estado democrático.

Tanta crispación nada bueno puede traer, y ha quedado totalmente diáfano que Rajoy es incapaz de poner orden en su partido. Le viene Aznar, por un lado, y le enmienda la plana. Mariano calla. Sus 'subordinados' se reiteran en sus manifestaciones ultras e inadmisibles, y Rajoy calla. ¿Puede gobernar Rajoy España? La respuesta se cae por su peso.


Rita y Camps, qué risa
Y, por otra parte, si colocáramos a BILDU en un extremo de la balanza, y al PP en el otro, teniendo en cuenta que, si BILDU da muestras de acercamiento a ETA quedaría ilegalizado de inmediato, y la balanza caería de su lado, tendríamos que exigir que sucediera lo mismo en el PP cuando éste dé señales de engaño a la ciudadanía, con los trasvases del dinero público -el de todos nosotros- a sus queridos amigos, Gürtel, Brugal, Palma Arena, etc., etc. De ser así, el PP estaría ya tocando suelo desde hace mucho. 

El PP ha arruinado nuestro país, económica y moralmente. En las autonomías donde manda ha rapiñado en lujos y fastos superfluos  -asunto Calatrava, por ejemplo- a costa de lo necesario para la salud y educación públicas, dependencia, justicia... 

Esta cosa es el PP. No busquemos más, que así es la rosa.


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