QUÉ MAL EDUCADO ES USTED, SR. AZNAR

Ayer, mediodía, Facultad de Económicas de Oviedo. El mayor de los impresentables, el más grosero entre los groseros, el incitador a conducir beodo, el fascista más fascistoide del momento presente, el envidioso enfermizo, el que negó, en su momento, la Constitución, el lameculos del sanguinario y analfabeto Bush, el habla-tejano con las botas encima de la mesa, el del trío de las Azores en contra de la voluntad del pueblo español, el dictadorcete de siempre -corre por sus venas-, ha osado mostrarse cual es, haciendo la "peineta" a un grupo de estudiantes ovetenses por el simple y legítimo derecho de manifestar sus opiniones contrarias a este personajillo del tres al cuarto.
Este Ánsar, como lo llamaba el de Tejas, no acepta que nadie opine de forma contraria a cómo él insulta al legítimo presidente del Gobierno español, sr. Rodríguez Zapatero, al que llamó ayer "jefe de los pirómanos", al que no pierde ocasión de desprestigiar dentro de España y por el "mundo mundial", deshonrando al pueblo español.
Jamás nadie en democracia ha sido tan osado y ha tenido tanta indecencia como este pequeño Aznar, tan engreído él que no acepta crítica alguna sin mostrarse tal cual es: heredero directo del más rancio y obsceno franquismo; que, maldita la gracia que tiene, intenta hacerse el gracioso ante las protestas estudiantiles con frases tan estúpidas como el vomitivo "algunos demuestran que no pueden vivir sin mí", donde aparece su autentico deseo freudiano. No acepta que ya no es nada más que un tipo ridículo y el auténtico esperpento de lo que es un señor.
No debe de ser plato de buen gusto el que a uno lo abucheen, pero en la capacidad de encaje de las críticas y las respuestas a las mismas está la diferencia entre ser un señor o un fantoche.
También se montó una protesta estudiantil contra Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid, en 1993. igualmente le sucedió a Josep Piqué, en 2008, a propósito de Guantánamo. Pero la reespuesta de ambos -tan distantes ideológicamente-  fue semejante, la propia de auténticos caballeros y verdaderos demócratas.
Y Jose Mari, un don Friolera más, está en las antípodas del señorío. Es un tipejo vulgar.

 ¿De qué se jacta, ¡estúpido!?

"Por sus obras los conoceréis" (Mateo, 7.16). A este desvergonzado mentiroso ya lo conocemos, y de sus "obras" no hay español de bien que no se sonroje.

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