DE LOS NERVIOS ANTE RUBALCABA

Rubalcaba ha vuelto a sorprender. Mucho pedir que dimita de sus responsabilidades gubernamentales. Todos los días y a toda hora. Hoy mismo, tras la consolidación de la alianza en Catalunya de Artur y Alicia para que los presupuestos de la "austeridad"  de CiU salgan adelante, tanto Mas como Rajoy (tanto monta, monta tanto) han vuelto a exigir al vicepresidente primero del Gobierno su dimisión.

Alfredo Pérez Rubalcaba, en su comparecencia de los viernes tras el Congreso de Ministros, ha hecho pública su dimisión, ya pactada con el Presidente del Gobierno: "He hecho lo que creo que tengo que hacer". Se hará efectiva de inmediato, tras su proclamación oficial, mañana, como candidato del PSOE para las elecciones generales.

La exigencia de dimisión tan reiterada se disfraza una y otra vez con manipulaciones tendenciosas. Dice Rajoy  que es 'por el bien del país'. Lo mismito que sus adláteres 'populares'. Todos dicen lo mismo, como clones incapaces de tener discurso propio. Siguen tratando a los ciudadanos de 'enanismo mental'. El desprecio hacia los mismos se manifiesta en la distorsión de 'intereses propios' confundiéndolos con los 'intereses de todos'. Y, a la vez, es un mecanismo goebbeliano para convencer 'borreguilmente' a la gente. '¿Cómo no voy a pensar y hacer lo que todos?'.

El Partido Popular, al margen de haber convertido a Rubalcaba en su nueva diana de despropósitos y descalificaciones, insiste reiteradamente en que hay que convocar elecciones YA por el 'bien de todos'. La realidad es que, en estos momentos y por la fuerte salpicadura que estamos sufriendo de la terrible crisis financiera global, las promesas -del todo inveraces en su realización- de que la solución a todos los problemas radica en el PP, las encuestas dan por vencedor al indolente Rajoy y su 'cambio'. Y por si acaso llega a vislumbrarse nueva luz en el Partido Socialista y el piñón fijo de ahora cambiase de aires, el PP se agarra desesperadamente al ahora, ya.

Rubalcaba es, además de inteligente, inmensamente listo. Tiene una capacidad de trabajo, de reflejos dialécticos, de vislumbre de soluciones donde otros se quedan embarrados increíblemente inusual. A lo largo de su dilatada trayectoria política ha demostrado un saber hacer como nadie. En los momentos presentes nadie puede negar que Rubalcaba ha conseguido debilitar a ETA como nadie antes. Perspicaz como pocos ha ido abriendo caminos de paz en Euskalerria, a pesar de las indignidades reiteradas del agorero Mayor Oreja y Aznar, el amargado funerario.

Ha demostrado ser Rubalcaba un hombre de Estado. Aznar y su lacayo Rajoy son, en este tema, todo lo contrario. Solo si están en el mando y ordeno, pero colaborar con el legítimo Gobierno de España -de signo ideológico distinto al suyo- jamás. Y esto, de haberlo hecho, sí que hubiera sido en bien del país.

Por ello Rubalcaba desconcierta al PP. Y Rajoy, que lleva de cabeza a sus asesores porque mete la pata cada vez que abre la boca, tan seguro como parecía de ver sus posaderas en La Moncloa ya titubea. Primero se apuntó al programa de María de los Dolores en C-LM para extenderlo al resto de España solo ser presidente. Ahora es el programa de Nuñez Feijóo el que le encandila. Mañana no sabemos hacia dónde mirará. Pero el caso es que, al alabar el programa del PP de Galicia, ha añadido el condicional SI, 'si soy presidente'. Antes aseveraba sobre su futuro. Ahora lo pone en duda.

Y es que la seguridad y el buen hacer de Rubalcaba los saca de sus casillas. Saben que puede dar al traste todas las encuestas presentes. Saben que Rubalcaba puede dar un vuelco y ganar las elecciones generales. Lo saben. Por ello lo agreden verbalmente. Ni para combatir con un adversario potente son elegantes. Su zafiedad es su marca. 

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