MADRE
Hoy ha sido el cambio definito de los enfermos del Hospital la Fe de Valencia a las nuevas dependencias en el Bulevar Sur. El antiguo hospital, un lugar oscuro, sin apenas luz natural, ha traído a su memoria penosos recuerdos del pasado. Demasiados meses los pasados allí por Dani, debatiéndose entre la vida y la muerte. Sólo su sonrisa siempre presente y unos enormes ojos negros descaban en aquel cuerpecito débil y sin fuerzas. Allí permanecía él, y, acompañándole, su madre y la madre de su madre, sin moverse de ese lúgubre sitio, hasta que Daniel despertó y los médicos le permitieron regresar temporalmente a su casa.
De eso hace ya años. Pero ella sigue siendo madre, siempre MADRE sin conciencia real de que los hijos se hacen mayores, viven su vida y acaban, si no abandonando a la madre, por lo menos olvidándose de ella. Cuando algún día es especial o distinto a la monotonía del transcurrir diario, ella espera con demasiada esperanza una llamada de ellos, de sus hijos. El día transcurre muy lento y la llamada esperada no se produce. Nuevamente el olvido se ha apoderado. Pero la madre, para quien el tiempo transcurre y merma sus fuerzas, siempre está ahí.
Ella no quiere recuerdos de "El día de la madre de El Corte Inglés", ése, como tantos otros días en que el dios-mercado quiere que se conmemoren, le parece ridículo, incluso preñado de falta de respeto a la racionalidad del ser humano. Madre prefiere el recuerdo individualizado. Ella no quiere regalos, ni tan siquiera un 'te quiero' espera. Pero ni uno ni otro parece merecer.
Ella quiere estar sola, en esa soledad querida y que le permite mantener la serenidad que antes le fue arrebatada. Ella se siente feliz y tranquila sólo con saber que los hijos están bien. Nada más pide. Aunque en determinados días concretos una llamada filial seria la manifestación del recuerdo de esas noches insomnes por la fiebre, la tos o el malestar de sus pequeños. Nunca les ha manifestado la necesidad que de ellos tiene, es verdad. Quiere que se sientan libres e independientes. Ante los hijos siempre ella es la persona fuerte y capaz de solucionar los problemas.
A fuerza de decepciones y desengaños su alma es de pedernal, aunque esté rota en pedazos. Por fin el día está ya en su ocaso. Dentro de poco la luna habrá ganado la batalla al sol, y con su blanca luz, redonda y con esa mueca de amargura, alumbrará la noche.
Mañana es 'día de pantalón viejo' como antaño se decía. Otros motivos surgirán para despertar la esperanza por seguir en esta dura batalla de la vida. Y ella habrá añadido una nueva capa de vejez y de fuerza a cambio del dolor sufrido.
Tu tienes ganas de hacerme llorar verdad :-)
ResponderEliminarPues un hijo te dice, que aunque no lo parezca, siempre estáis en nuestros pensamientos ... aunque no lo digamos, y después nos arrepintamos de no haberlo dicho mas.
Un beso.
Jordi, bonico, nunca querría hacerte llorar. Lo sabes. Sabes mi relación con vosotros, y muy especialmente contigo.
ResponderEliminarNo ha sido, ni es ésa mi intención.
Comprendo tu perspectiva como hijo. Conozco tu exquisita sensibilidad, y sé la desgracia familiar, que está demasiado cercana en el tiempo, y permanecerá de por vida en el corazón.
Pero, entiéndeme, Jordi, también yo soy madre. Y que se acuerden de la madre en un día importante es de agradecer. En mi caso no se ha producido. Ha sido un día triste, demasiado triste...
Un beso, bonico mío.
Sabes que no te lo decía enserio ;-)
ResponderEliminarDe todas maneras y ya te digo que siempre desde mi punto de vista, no estés triste, porque siempre estáis ahí, aunque como en mi caso nunca me acordara del cumpleaños ni de mi padre, ni de mi madre, ni de mi hermano ..., por no decir otras fechas también señaladas ...
No se, es por intentar excusar al olvidadizo ...
Aunque no sea mi faena :-)
Un besazo.
Jordi, cariño, ya sé que no estabas enfadado conmigo, te conozco. Además, ya me dijo papá que estabas constantemente 'dándole la vara', en el mejor de los sentidos es decir que le haces mucha compañía. Eres un cielo, bonico
ResponderEliminarMe acaban de mandar un comentario en "Besos con sal" de Sabina, pidiéndome algo que no sé cómo hacerlo. No sé si puedes ayudarme.
Muchos besos, hijo mío.
Qué limpio tu orgullo de madre. Qué astillado tu dolor de ser madre. Cuánta ternura tú entera envuelta en dolor y orgullo. Tal vez ser madre consista en ir dejando de serlo, cosiéndoloes alas a los hijos, para hacerlos volanderos, aunque el nido se convierta en un cestito de lágrimas, de soledad, en oquedad de tristeza. Pero también de hermosura, de elegancia fértil y creadora.
ResponderEliminarUn beso para tu orgullo, para tu dolor, para tu soledad tal vez
Querido Rafael: gracias por tus hermosas palabras. tú siempre tan comprensivo y hábil para expresarlo.
ResponderEliminarEl nido quedó vacío hace ya un tiempo. Primero salió el gallo altanero. Después los polluelos, según tocaba a cada cual.
Mi estar sola me ha devuelto la libertad y la dignidad, mancilladas durante demasiado tiempo. Vivir o estar sola no supone sentirse sola. Eso casi nunca sucede. Los polluelos, además, vienen por ésta que siempre será su casa de vez en cuando. Pero el domingo con una llamada telefónica a tiempo hubiera bastado.
De todas formas, dicen que uno se muere cuando pierde alicientes para hacerle frente a la vida, y yo he de dar gracias por la fuerza que la misma vida me ha dado para reponerme pronto y seguir aquí defendiendo lo que considero justo y denunciando lo contrario. Y siempre bajo la bandera de la Libertad y la Democracia.
Gracias de todo, amigo mío.
Un beso.