LA CALLE TAMBIÉN ES NUESTRA

Todo tiene un límite, y el Gobierno del PP ha forzado que se dé el paso que el mismo Rajoy anunció en Europa como jactándose de lo 'profundo' de su Recorte Laboral.
No es plato de buen gusto convocar una Huelga General, ni tampoco sumarse a ella, cuando se sabe que se nos va a arrebatar el poco sueldo que se nos paga o que podemos ser despedidos del precario empleo que hemos conseguido con tanto esfuerzo. Por ello mismo, cuando se llega a una determinación así, meditada y reflexionada serenamente, es porque el motivo es de gravedad tal que no queda otra solución, pues ni se ha aceptado el diálogo ni los análisis de diferentes expertos en economía que coinciden en que estos Recortes Laborales no solo no van a detener el paro -todo lo contrario- sino que no propiciarán salir de la crisis financiera creada por los semejantes a este Gobierno, déspota en ideología neoliberal despiada e inhumana, ambiente este en el que el PP parece sentirse muy cómodo.

No han pasado tres meses desde que Rajoy se instaló en la Moncloa y a España le han dado la vuelta, como si de un calcetín se tratara. Este nuestro país se ha convertido en el feudo de los ultra, que se expresan cínicamente y actúan de la manera más insolente que imaginar hubiéramos podido. Están obrando, metidos en la mentira más burda, de forma totalmente contraria a como prometían en la oposición, porque su ausencia de ética les dictaba las falsedades que pregonaban. Por lo que su desprensivo proceder actual ha llegado a unos límites insufribles por parte de una ciudadanía que ha probado, después de cuarenta años, los sabores de la Democracia y la Libertad. 
Ellos, que en siete largos años no ayudaron ni una sola vez al anterior Gobierno Socialista en momentos seriamente difíciles en materia de Estado, exigen ahora la colaboración como cheque en blanco de la oposición, a la que tachan poco menos de delincuente. Según estos 'nuevos amos' no tiene ahora derecho la oposición a salir a la calle a manifestarse, junto con la ciudadanía, contra los abusos de este desGobierno de Rajoy. Ningún  ciudadano estamos legitimados a manifestar abierta y libremente nuestro hartazgo contra un PP que nos está arrebatando todo: trabajo, sueldos y derechos sociales.
¿Acaso no recordamos -al margen de "la calle es mía" de Fraga- sus manifestaciones callejeras, acompañando a las sotanas y 'alcázares peluqueros', y trayendo autobuses de jubilados (bocadillo y refresco gratis) gritar vociferando indecencias contra el Presidente Zapatero, jaleados de abrigos de piel natural, añorantes de Franco y ondeando amenazantes banderolas del pollo? Sus pretensiones guerracivilistas llenaron de crispación a España entera. Y ahora niegan que se manifestaran contra el legítimo anterior Gobierno socialista. Esperanza, desde sus Madriles, es única en mentir torticeramente.
Y nosotros, acompañados de la razón, parece que no podamos expresar nuestra libre opinión. Pues hasta aquí ha llegado nuestra paciencia, de momento. 
Nos han pegado, insultado. masacrado saltándose la legalidad vigente. Valencia ha estallado en clamor popular y España entera se ha sumado contra el asalto a la Libertad y la Democracia. Lo mismo ha sucedido en el mundo civilizado.
Las imágenes de la barbarie se han difundido internacionalmente, y solo eso les ha frenado a estos del PP en sus linchamientos.
Todavía somos libres para expresar nuestras ideas y nuestras disconformidades a pesar de las trabas que siguen lanzando.
Ahora ya no nos van a parar.
Ya salió el presidente de la CEOE, Rosell, tras haber conseguido que la RL se inclinase por completo a su favor y en contra de los trabajadores, los cuales ven perdidos prácticamente todos sus derechos hasta transformarse en aquel proletariado del siglo XIX y parte del XX, para exigir como paso siguiente la 'reforma' de la Ley de Huelga. Nada sería de extrañar que el PP dé el paso y decida ilegalizar las manifestaciones públicas y el derecho a la huelga. Cualquier cosa es esperable de esta gente sin escrúpulos.
Cuando no se ha dado un paso, ni se le espera, -para acabar con el fraude fiscal, -para exigir que se devuelva todo el capital que se nos ha robado y ha sido desviado a paraísos fiscales, -para poner freno a tanto desmán entre las propias filas del PP, -para impedir a la Iglesia Católica seguir gozando de los inmensos privilegios de los que disfrutan,  -para evitar que los 'altos cargos' de este Partido cobren indecentemente varios sueldazos en  momentos en que las familias no pueden llegar a fin de mes, o pierden su casa porque el banco, además de afanársela los deja arruinados de por vida, en ese caso todo está permitido, y por supuesto una Huelga General, la octava en democracia, y la que más motivos la arropan y la hacen necesaria.
Rajoy habla pontificando, ningunea la Huelga, avisa-amenaza de que de  de nada va a servir, y  de que va a haber nuevas normas, porque la 'herencia recibida' le obliga a tomar estas medidas de estrangulamiento de la clase trabajadora. Cospedal le hace el eco con sus acostumbrados cinismos y frases huecas como que 'una huelga no crea empleo'.

Más les valdría a estos del PP aplicarse aquello tan sabio de Orson Welles: "Muchas personas son lo bastante educadas como para no hablar con la boca llena, pero no les preocupa hacerlo con la cabeza vacía".

Actúen, señores del PP, como es su costumbre, avasallando, mintiendo, insultando, con la fuerza bruta de sus 'grises',  y dejen a los demás de nos defendamos de sus ataques por los medios mas sensatos y legales que la Constitución permite, que, de entrada son las manifestaciones públicas y pacíficas y la Huelga General, el jueves 29 de marzo. Después ya veremos.


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