OCTUBRE SE DESPIDE TRISTE

La semana última de octubre ha sido aciaga. El último de los delirios vividos ha sido el abandono definitivo de Marcelino Camacho. Este hombre bueno, comprometido, desde siempre, por las mejoras de los trabajadores y luchador contra el fascismo de la dictadura de Franco y sus secuaces, nos ha dejado.
Adalid del sindicalismo, parece ser el iniciador de CCOO, aunque su deseo fue siempre el de la unidad sindical. Su salud, que pudo aguantar  la cárcel y el exilio, no ha podido, ni quizá haya querido, seguir siendo testigo de tanta grosería y mal gusto con que algunos personajillos han pretendido ensalzar su felonía -la de ellos- aún a costa de obscenos disparates. Y es que éstos en esta semana han proliferado en demasía. 
Comenzó el ginecólogo de Ana Botella y alcalde de Valladolid, que, con el beneplácito de su máximo jefe, Rajoy, lanzó unos imperdonables exabruptos a Leire Pajín, ofendiendo con ello a toda mujer demócrata y libre (por ello fue muy pronto perdonado por las féminas de su partido). El perdón se le otorga a este zafio en aras de una mal interpretada "libertad de expresión".
Vino después el desprecio e insultos de un tal Pérez Reverte al ex ministro Moratinos. Se debe de considerar también muy macho éste que, para vergüenza de la Cultura, es académico. La verborrea vulgar se ha apropiado del que considerábamos escritor, pero cuya producción "literaria" ha dejado ya de ser tal.
Para postre, y alardeando asquerosamente de ello, otro nauseabundo y asqueroso bocazas, Sánchez Dragó, vendido a la derecha ultra de La Lideresa , se jacta en su libro "Dios los cría..." de haber tenido relaciones sexuales con dos japonesas de trece años, a las que menta despreciativamente como "putitas". No hay librero de bien en mi tierra que no haya hecho desaparecer de las estanterías la obra de este repulsivo sujeto.  La condesa de Murillo no se atreve a eliminar a este despreciable de su tele madrid, arguyendo tendenciosamente que éstas son cosas de la literatura. Cuando no son más que pura y barata pornografía, y vomitada además de forma totalmente gratuita y grosera, con chulería babosa.
Muy poco saben estos soberbios ultras qué es literatura, qué es libertad de expresión, qué es decencia y ética y qué es excrecrable y abominable basura. 

Y mal iremos los españoles si, dejándonos arrastrar por las tergiversaciones y mentiras de este PP, (que, aunque parece impensable que pueda acumular más podredumbre ni corruptela en sus filas,  continúa hacinando cada día más suciedad entre sus líderes, -especialmente en la Comunidad valenciana, cuyo hedor es ya insoportable-,) nos dejamos convencer por esta gentuza y también consideramos normal lo que es abyecto y absolutamente reprobable. El insulto  per se, la descalificación como norma y la inmoralidad como conducta a seguir.
Y con esto parece disfrutar  con sumo gusto esta rancia y casposa derecha, añorante del asesino Franco, y sus modos de vivir.
Se comprende que Marcelino Camacho haya preferido marcharse no sabemos a dónde y dejarnos huérfanos de su buen hacer como hombre auténticamente de izquierdas y que con su honradez y coherencia personal ha sido ejemplo en su vivir y obrar.  Vivió modestamente en su pisito de Carabanchel, hasta que sus piernas, cansadas de tanto dolor soportado, se negaron a bajar las escaleras; así Marcelino y su Josefina tuvieron que trasladarse a casa de su hijo, donde las barreras arquitectónicas estaban superadas. La existencia del autor de las bellas palabras: "Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar" era absolutamente incompatible con tanta chusma.
En el corazón te llevamos, Marcelino. Descansa en paz.

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