UN CANDIDATO EN SILLA DE RUEDAS

Es  éste uno de los titulares de Levante-EMV de hoy, 14 de abril, 80 aniversario de la II República española.

El titular y posterior desarrollo del artículo, haciendo referencia al candidato por el PSPV-PSOE (no es cuestión de siglas, evidentemente) a la alcaldía de Bellús, pueblo cercano a la capital de la Comarca La Costera, Xàtiva, es un claro ejemplo de la mediocridad que preside la sociedad actual. Y hay que clarificar que Levante-EMV es un periódico progresista. Sin embargo 'la noticia' es propia de un estado nazi en lugar de un pueblo anclado, desde 1978, en una democracia que debería ser ya plena.

El dichoso titular ronda las lindes de la legalidad que nos ampara a todos el artículo 14 de nuestra Constitución. Y no tiene explicación que pueda convercerme. Yo no 'me vendo' por los beneficios económicos que una noticia, propia del fascio, pueda proporcionarme. Mi dignidad está por encima de todo. 

Debería ser noticia aquello que ya es 'normal' para gran parte de la ciudadanía, la corrupción y el latrocinio. Pero que un ciudadano, por los motivos que fueren, vaya en silla de ruedas y que opte a presentarse como candidato se convierta en 'noticia' es de absoluta vergüenza.

Muestro aquí mi total repulsión por estas valoraciones de los ciudadanos. Por su condición física  -temporal o permanente- nada debería objetarse a nadie, a no ser que tal ciudadan@ desee presentarse a mister/miss belleza o a los cien metros lisos, por decir algo.

Pero para llevar a cabo la responsabilidad de una alcaldía sólo hace falta: a) tener ganas e ilusión; b) tener capacidad intelectual para ello; c) ser una persona honrada y respetuosa para con sus conciudadanos. Lo demás es propio de una sociedad vacía de valores, trivial e irreverente para el próximo o projimo, como se desee. Una sociedad en la que sólo lo aparente tiene valor, no lo profundo. Una sociedad enferma, donde las perniciosas ideas nazis siguen vigentes.

Es una pena. Pero, con estas mentalidades, poco podemos avanzar. Y mientras, ¡vivan los corruptos!

Los avances sociales e ideológicos que la II República nos trajo están bajo tierra, por desgracia.

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