GARZÓN SOMOS TODOS LOS ANTIFRANQUISTAS

Ayer, miércoles, cierta facción de la justicia española ha logrado para la derecha extrema (toda se encierra en un mismo partido), el PP, un respiro al haberse filtrado el auto de procesamiento del juez Baltasar Garzón por el magistrado Luciano Varela, y "no es una coincidencia fortuita", como bien ha señalado Nuet,  de Izquierda Unida, pues así el escándalo Gürtel comparte tertulia con la atrocidad contra Garzón.

Es la enorme paradoja de este país llamado España, donde en tiempos no se ponía el sol, que ampara hechos tan surrealistas como que "chorizos de guante blanco" se paseen tranquilamente, incluso tras ser imputados por obscenos delitos de prevaricación, apropiación indebida de caudales públicos, falsificación documental, financiación ilegal de su propio partido político, y que, a la vez, el juez Garzón vaya al banquillo de los acusados, se le inhabilite posiblemente durante veinte años por el hecho de intentar clarificar los crímenes cometidos durante la incivil guerra y la dictadura franquista posterior. Algo que  no acabo de entender es que todo ello se va a hacer sin la aprobación de la fiscalía. ¿Cómo se puede prescindir del requerimiento  del fiscal en una acusación por presunto delito? Si un juez no puede aplicar más pena que la solicitada por el fiscal (veáse el caso Jaume Matas, que no ha ido derechito a la cárcel  porque el fiscal no pidió prisión incondicional), ¿qué sucede aquí?

Cerca de 114.000 personas están a día de hoy todavía desaparecidas, enterradas como perros rabiosos en fosas comunes, tras el tiro de gracia en la nuca de los asesinos, cuyos herederos, Libertad e Identidad, Falange Española y Manos Limpias (qué incongruencia ésta última), son justamente los autores de la denuncia amparada por el juez del Tribunal Supremo Luciano Varela, quien, tras rechazar las pruebas y testigos que Garzón quería aportar, va a sentarlo, indefenso, en el banquillo, para mofa de los antidemócratas, del PP y de la  demasiado marchita Rosa Díez.   Este juez, Garzón,  de fama internacional por su valentía acreditada en sus múltiples trabajos contra cualquier caso de corrupción, tráfico de drogas, cohecho,terrorismo (también el de estado -caso Pinochet-) ha sido ya condenado antes de oirlo, según se desprende de la respuesta  del magistrado ultraconservador del Tribunal Supremo, Adolfo Prego, en la que rechaza el recurso de apelación de Baltasar Garzón contra la negativa del instructor, Luciano Varela, a sobreseer el procedimiento.

Este próximo martes en la Facultad de Medicina de Madrid, a instancia de los sindicatos UGT y CCOO, habrá un acto de apoyo al magistrado Baltasar Garzón. Y en toda España hay anunciadas movilizaciones a favor del juez Garzón.

A excepción del PP y UPyD, el resto de partidos políticos, así como la Asociación para la Memoria Histórica y  todos los progresista de este país, que somos muchos, apoyamos a Garzón ante lo que consideramos una injusticia sólo tratable desde el absurdo del esperpento de Max Estrella.

El Derecho Penal Internacional ampara a Garzón, y manifiesta su extrañeza por la permanencia aún de la anticonstitucional Ley de Amnistía, de 1997, y allende los Pirineos, Reino Unido, Francia, diferentes países de Hispanoamérica, Chile, Argentina... están desconcertados por lo  que en la España de hoy está sucediendo, esta misma  España tan admirada por su extraordinario proceso de transición.

Pero la derecha no se conforma, no puede aceptar que haya un Gobierno socialista, ni que se destapen los múltiples desmanes del periodo terrorífico de Franco, ni que quiten caballos con asnos encabalgados. No. Quieren seguir mandando, imponer sus derechos, que siempre serán deberes para los demás. Añoran la España de señoritos y esclavos.
Pero nuestro corazón late con sangre roja a la izquierda de nuestro pecho y no vamos consentir más caprichos desvergonzados. Ha sido una lucha demasiado larga, demasiado humillante, demasiado deshonrosa como para seguir aguantando pacientemente. Las heridas hay que cerrarlas bien para que no se engangrenen.

Si humillan a Baltasar Garzón -cerca están de ello-, España habrá vuelto a retroceder. Nuevamente recibirá la afrenta de los canallas de siempre. De nada habrá valido el millón de muertos. Y desde la extrañeza y el desprecio seremos observados por el mundo civilizado, libre y demócrata, como un pueblo a la zaga de las civilizaciones. Igualito que en los tiempos del asesino Franco.

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